Una cafetería. Desdoblas el periódico vespertino, y soplas la taza de café amargo. Estás sentado frente al cristal, que difumina a los transeúntes a causa del vaho. Ya hace frío. Sonríes para tí, y contemplas la calle, gris, helada.
Narices rojas se esconden bajo las bufandas, en un intento casi nulo de sobrevivir al frío.

Das un trago largo a tu café.

El día no ha hecho más que empezar.


Últimamente sueño mucho con Navidad.

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